Este blog no lo lee ni Dios. Es un hecho.
Para llegar a esta conclusión no ha hecho falta hacer sesudos estudios cuantitativos de audiencia. Las estadísticas de este cacharro son tristemente claras.
Entrando en un absurdo bucle -propiciado por el hastío del Viernes Santo- he comenzado a husmear por otras funciones estadísticas de este invento, que permiten averiguar interesantes asuntos sobre los tipos que entran en este maltrecho blog. Las palabras que llevan a mi blog desde el Google son -por este orden- «fornicar, culitos de la americana, increible mujer, increible tetona y fornicando a la madrugada».
Después de echar mano de algunas de las mejores obras de grandes sociólogos, a través de una sencilla regla de tres, una derivada y cuatro o cinco integrales, he llegado a la sesuda conclusión de que ésto sólo lo leen cuatro -y no es un decir- benditos pajilleros onanistas perdidos en la madrugada.
Y yo que pensaba que la noche americana tenía un target de lo más cool. Pues casi que mejor así.